"Como todos los hombres de la Biblioteca,
he viajado en mi juventud;
he
peregrinado en busca de un libro,
acaso del catálogo de catálogos;
ahora que mis
ojos casi no pueden descifrar lo que escribo,
me preparo a morir a unas pocas
leguas del hexágono en que nací.
Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren
por la baranda;
mi sepultura será el aire insondable;
mi cuerpo se hundirá
largamente y se corromperá
y disolverá en el viento engendrado por la caída,
que
es infinita.
Yo afirmo que la Biblioteca es interminable."
(Jorge Luis Borges,
La biblioteca de Babel)